No abras los ojos es la segunda novela
de John Verdon. Es la continuación de Sé lo que estás pensando, por lo que en ella encontramos de nuevo a Dave Gurney
como protagonista. Sinceramente, no es que sea la pera limonera precisamente.
Está bien, es entretenida y tiene su buena dosis de intriga y suspense. Se
trata de una buena novela policiaca. El problema es que Sé lo que estás pensando era mucho más, había dejado el listón muy
alto y había creado muchas expectativas. Esta segunda novela (es continuación
pero independiente, la puedes leer sin haber leído la primera, pues aunque
aparecen algunas referencias no vas a perder el hilo) es, como decía, una buena
novela policiaca, y están presentes los factores que me gustaron de la primera:
1.- Un
detective a la antigua usanza, deduciendo y pensando, dándole a las pequeñas
células grises en plan Poirot, más que apoyándose en complicadas técnicas
forenses y científicas. ¡Qué daño ha hecho C.S.I.!
2.- La trama
detectivesca se complementa con un trasfondo interno del personaje, sus
relaciones con su esposa y su hijo, etc. Le da profundidad a la novela.
3.- Un caso
extraño, con elementos desconcertantes y misteriosos que encajan solo al final,
muy por encima de un caso convencional.
Y sin embargo,
no es suficiente. El caso es todo lo misterioso que quieras, pero no con la
sutileza del que aparecía en el primer volumen, sino más bien como si se le
hubiera forzado a ser así. Los personajes están todos locos. Bueno, como son
ricos, diremos que son excéntricos… Muy excéntricos. No me acaba de convencer.
Y la aventurilla de Gurney con el coleccionista de arte (cuando lo leáis
sabréis a lo que me refiero) pues sí, le da chicha y más en que pensar, pero
también descoloca. No sé, es simplemente que no me ha parecido una novela tan
redonda. Está claro que al leer la primera te quedas con buen sabor de boca y te
dan ganas de probar la segunda. Lo que no tengo claro es que vaya a pasar ahora
lo mismo con la tercera. Gurney me cae bien, pero ahora mismo no acaba de apetecerme
seguir, precisamente porque este No abras
los ojos no deja tan buen regustillo.
