viernes, 24 de octubre de 2014

Diario de un librero: anécdotas

Anécdotas de un librero



La gente siempre te sorprende. Por más que te hayan pasado cosas, siempre queda algo por descubrir. Hoy voy a contaros un par de anécdotas.

Sin ánimo de ponerme sexista, hay que reconocer que reconocer que en general las chicas son más inteligentes que los chicos. O por lo menos a ellas se les nota menos cuando no lo son, a los chicos nos sale más el lado cavernícola. Y además, bendita ignorancia, ¡qué tranquilo se vive con ella…! Pues en cierta ocasión, estaba yo en medio de la librería, en esto que se me acercó un chico joven. Tenía un aire muy desconcertado, como de no saber para dónde tirar, y me preguntó, con cierto desespero: “Por favor, ¿los libros de leer?”. Yo me quedé un poco descolocado. Mi primer pensamiento fue  algo del estilo de si hay algún libro que no sea de leer, pero bueno, en realidad, existen libros de ilustraciones, libros para colorear los niños y demás. No tenía edad ya para un libro de colorear, pero cosas más raras se han visto… Así que, extendí el brazo y describí un gesto circular a lo Mufasa cuando le dice a Simba aquello de “todo lo que baña la luz del sol es nuestro reino”, mientras exclamaba muy ufano: “Nos rodean”.

Pero pasa mucho lo de encontrar gente en la librería que realmente no sabe qué hace allí. Es el problema de que un libro sea un regalo muy socorrido. En otra ocasión se me acercó otro chico, también joven. Cómo está la juventud… Me dijo: “Perdona, las novedades y eso, ¿las tenéis en algún sitio en concreto? Es que nunca he comprado un libro”. ¡Bendito sea! Le enseñé las novedades y estuvo un rato mirándolas. Al final se llevó un disco.