La última
novela de Dan Brown es, nuevamente, un adictivo thriller contrarreloj salpicado
de aventuras, riesgos y obras de arte. Un poco como siempre, aunque en esta
ocasión hay alguna diferencia respecto de anteriores novelas.
Pero lo
primero es lo primero: Dante ocupa un lugar de honor en esta novela,
especialmente su gran poema, la Divina
Comedia, del que descubrirás interesantes detalles a lo largo de la
narración. Se destaca sobretodo su primera parte, el Inferno, que probablemente sea la que más ha influido siempre, no
solo a Brown, sino en general. Precisamente en la novela se menciona la
sinfonía compuesta por Liszt basada en el poema, y que puede ser una buena
banda sonora mientras lees esta reseña. Hala, dale al play:
El libro
comienza, como es habitual en este autor, con una misteriosa muerte que irá
desencadenando las situaciones posteriores, y que suelen consistir en Langdon
resolviendo acertijos artísticos. Sí, porque el profesor Langdon protagoniza de
nuevo esta historia, aunque Brown ha dado una nueva vuelta de tuerca, y ahora
el sabelotodo profesor comienza con una amnesia que le impide recordar nada de
los últimos dos días, incluido el motivo por el que se encuentra en Florencia
en lugar de en su tranquila Universidad. Y en Florencia, ciudad del arte por
antonomasia, será donde se desarrolle la mayor parte de la trama de la novela.
De la mano de Brown iremos descubriendo los rincones de esta ciudad, como si fuera un cicerone que nos llevara en plan turistas por sus calles. Y es que el autor aprovecha la acción de su historia para intercalar detalles sobre la historia y arquitectura de la ciudad, hasta el punto de que Inferno casi, casi es una guía turística que desvela los edificios, restaurantes y obras de arte florentinas que no puedes perderte si planeas visitar la ciudad. Es lo más interesante de la novela, el recorrido turístico por Florencia y las demás ciudades donde se desarrolla.