Empecé este libro sin muchas expectativas, puede que por eso
me haya gustado tanto (cuando las expectativas son altas es fácil llevarse un
chasco).
Yo no sabía bien quién era Ernest Cline, pero hacía tiempo
que el librolo había visto y leído la
sinopsis. No acababa de convencerme y además la portada no me llamaba, así que
lo dejé de lado. Pero como ahora han sacado peli, pues lo he reconsiderado. No
me gusta nada eso: odio seguir las modas de leer un libro que vive un momento
de gloria solo porque saquen peli, es mucho más satisfactorio leerlo antes de
que se haga popular. Pero bueno... La peli no la he visto (esta reseña la deja fatal, por ejemplo), pero el libro me ha dejado un muy buen sabor de boca, y
eso que de la cultura de los ochenta y sus friquismos varios voy justito.
Como suele ocurrirme con Brent Weeks de nuevo la parte de
los agradecimientos es una de las que más me han llamado la atención en este
libro. Reconozcamos que esas últimas hojas no las leemos nunca, pero es que
Weeks es diferente. No se limita a enumerar un montón de nombres como una
ristra de chorizos, sino que cuenta pequeñas anécdotas y chistes, y escribe los
agradecimientos como si fueran un capítulo más. Él mismo explica que:
“las generaciones venideras comprarán mis libros, no con la
intención de leer la fantasía contenida en sus páginas, qué va; incluso los más
curtidos, encallecidos y octogenarios lectores de novelas de misterio –literalmente
curtidos y encallecidos, los pobres, a su edad– comprarán mis libros con la
sola esperanza de solazarse en mis librisitudes. (O lo que es lo mismo,
vicisitudes relacionadas con la industria del libro. Los lectores de misterio
eso ya lo habían resuelto. Porque están curtidos. Y encallecidos. Los de
fantasía vais a tener que esforzaros un poco más.)” (p. 943)
Y es que una de las cosas que me gustan de la manera de
escribir de Weeks es como te cuela frases y situaciones cómicas en cualquier
circunstancia, algo que le da un toque a sus libros del que carecen otros del
género. Y me encanta.
Aparte de esto, ¿qué deciros de esta tercera entrega de El Portador de Luz? Pues bien, lo cierto
es que esperaba más de El ojo fragmentado,
la verdad. No os voy a hablar del argumento, porque no os quiero desvelar nada,
pero la segunda parte, La daga de la
ceguera, acabó muy interesante, y yo estaba deseando continuar la historia.
Sin embargo, esta tercera parte es como un parón. A pesar de sus 942 páginas no
da la sensación de que pasen grandes cosas. Pasan muchas pequeñas cosas, pero
no es lo mismo. Cuando llevas tropocientas páginas leídas te preguntas ¿y realmente qué ha pasado hasta ahora?
El sermón de fuego, de Francesca Haig, es una nueva saga juvenil (aunque la publica Minotauro, sello de literatura fantástica) que se presenta como sucesora de Los juegos del hambre y Divergente. Para aprovechar el tirón, ya sabéis.
Se trata de una nueva distopía, que es una palabra que antes nadie conocía y que ahora está por todas partes. En esta ocasión el mundo se ha ido al garete por culpa de un desastre nuclear (el fuego del título). De eso han pasado cuatro siglos, y la sociedad ahora tiene miedo de todo lo que le recuerde a la época preapocalíptica (las antiguas ciudades, la electricidad y los conciertos de Raphael sinfónico, que en realidad dan miedito ya). Total, que viven como pueden sin twiter ni móvil.
Pero hay algo más. Cada vez que una pareja tiene hijos van directamente a por la parejita: siempre nacen dos gemelos, uno sano y el otro con alguna deformidad (como el gemelo malo de Bart). Y claro, pasa lo típico en estos casos, que cuando el bebé es tan feo la madre no sabe si quedarse con él o con la placenta. Así que la sociedad se divide en dos castas: los alfas, que son los sanos y los privilegiados; y los omegas, que son segregados y viven como pueden, marginados y en las peores tierras.
La daga de la ceguera es la segunda
parte de la saga El portador de la luz,
de Brent Weeks, y continuación de El prisma negro. No sé si se trata de una trilogía o una cuatrilogía, pero en
breve se publica la tercera parte (en inglés), como ya os conté aquí.
Si os
interesa esta reseña supongo que será porque ya conocéis al autor y la saga, al
tratarse de una segunda parte. Por si no fuera así, os hago un resumen en un
periquete: Weeks es un autor de literatura fantástica. Se dio a conocer con la
saga de El ángel de la noche, en
estos momentos en que obras como Juego de
tronos o El nombre del viento han
aumentado mucho la popularidad de este tipo de literatura. La obra de Weeks no
les va a la zaga a estas otras, y es muy recomendable. Si no has leído nada,
hazlo, especialmente si te gusta esta nueva literatura fantástica con más
componentes adultos y menos tabús. Weeks añade además comentarios humorísticos
e irónicos salpicados a lo largo de sus páginas, que hacen que sus novelas sean
entretenidas y enganchen no solo por la acción y la aventura, sino también por
arrancar sonrisas de vez en cuando:
“Resultas
útil como arma porque quien te mire verá solo un niño, un muchacho afable,
incapaz de hacer daño a una mosca.
«Afable.»
Nombre en clave de «gordo y majete». Lo próximo será «pizpireto».”
WEEKS, B. “La
daga de la ceguera”. Barcelona: Debolsillo, 2014. P. 45. ISBN: 9788490323090.
Todo esto,
junto con unos argumentos complejos y llenos de giros y subtramas, hace que
sean unos libros de los que siempre quieres leer la página siguiente. Quizá el
defecto de la literatura fantástica haya sido el prejuicio de que fuera
inmadura o para frikis. Esta nueva generación de autores está demostrando lo
contrario sin duda.
El próximo 26 de agosto se publica en inglés la tercera parte de la trilogía El portador de la luz, de Brent Weeks, autor también de la saga de El ángel de la noche.
Weeks es un autor de literatura fantástica. No voy a ponerme a contaros sus logros, porque si lo conocéis ya, pues no hace falta, y si no es así, lo mejor es que leáis algo suyo, especialmente si os gusta este género literario. La saga que os comentaba antes, que comienza con El camino de las sombras, es un ejemplo genial de buena literatura fantástica. Ahora que este género se ha puesto de moda con contribuciones como Juego de tronos, puede ser una buena alternativa.
En cuanto a la trilogía que nos ocupa, es la segunda de Weeks, tras la anterior, con la que se dio a conocer. Se abre con El prisma negro, y podéis encontrar más información en la entrada donde reseñé esta novela en su momento.
La segunda entrega fue La daga de la ceguera que, por cierto, se publica ahora en bolsillo, el próximo 3 de julio.
Y el desenlace llega con The broken eye, que publicará la editorial Orbit el próximo 26 de agosto (no sé cuándo estará en castellano). Tendrá 816 páginas y esta es la sinopsis tal cual aparece en la página web del autor:
"As the old gods awaken and satrapies splinter, the Chromeria
races to find its lost Prism, the only man who may be able to stop catastrophe.
But Gavin Guile is enslaved on a pirate galley. Worse, Gavin no longer has the
one thing that defined him — the ability to draft.
Without the
protection of his father, Kip Guile will have to face a master of shadows alone
as his grandfather moves to choose a new Prism and put himself in power. With
Teia and Karris, Kip will have to use all his wits to survive a secret war
between noble houses, religious factions, rebels, and an ascendant order of
hidden assassins, The Broken Eye".
Bueno, entre
las clases, el trabajo, las Navidades y lo gordo que es este libro (974 pg.),
me ha durado más que un traje de pana. Tenía muchas ganas de leerlo y descubrir
cómo terminaba esta saga, La rueda del
tiempo, con este vigésimo volumen, Un
recuerdo de luz. Os he hablado ya otras veces de ella, así que voy a ser
breve, por no repetirme y porque tampoco se puede hacer una gran reseña de un
libro como este sin desvelar lo que sucede antes, y no os quiero estropear la
saga de Robert Jordan si no la conocéis.
Yo llevaba ya
tiempo esperando a que se publicara este último volumen en castellano, y cuando
por fin llegó el día estaba más nervioso que el instructor de natación de los
gremlins. Así que en cuanto llegué a la librería donde trabajo me fui directo
al mueble de fantástica, pero chasco enorme: no estaba. No lo habíamos
recibido. Tuve que hacer un pedido y esperar unos días para llevármelo (luego
llegó una señora preguntando por él; al decirle que no lo teníamos me dijo:
“pero ha salido ya”; y yo: “sí, sí, lo sé, me lo he llevado yo”; y tuve que
encargarle otro).
En este libro
por fin se completará un giro de la Rueda, para bien o para mal, y
descubriremos cómo termina la historia de Rand al’Thor y si consigue cumplir su
destino:
El prisma negro es la primera parte de
una nueva trilogía (El portador de luz) escrita por Brent Weeks, autor de la
saga El ángel de la noche, que ya os reseñé en su momento.
Se publicó
hace tiempo, pero hasta junio de este año no salió en bolsillo, coincidiendo
con la publicación de la segunda parte (os hablé de ello aquí), y es en esta
edición como la compré y leído. Me ha gustado lo bastante como para no esperar
a que salga la segunda parte en bolsillo, aunque no tanto como la anterior
trilogía.
Pero vamos
por partes, lo primero os cuento de qué trata. Lo voy a hacer ayudándome del
booktráiler, que ya os he dicho en otras entradas que me gusta, es muy
cinematográfico. Dadle al play y seguid leyendo:
El prisma negro es una novela más coral
que El camino de las sombras. Aquí
nos vamos a encontrar con varios personajes principales. Los más importantes
son Kip y Gavin. Kip es el chaval negro de ojos azules al que veis huyendo junto a sus amigos
de unos soldados al principio del booktráiler. Los soldados forman parte de las
huestes del rey Garadul, el de las barbas y melena, que arrasan la ciudad donde vive Kip con su madre, una
borracha adicta a las drogas.
Gavin es el
hombretón barbudo que se levanta de la cama un poco más adelante del
booktráiler. Es el Prisma, la máxima autoridad religiosa de la Cromería, que
rige sobre las siete satrapías en que se divide el mundo.
Luego está
Karris, perteneciente a la Guardia Negra, los soldados de élite que protegen al
Prisma y a los Colores (luego os explico todo esto). Su relación con Gavin es
compleja y viene de lejos en el pasado. Supongo que es la mujer que podéis ver
luchando junto a Gavin en el booktráiler, a veces con unos anteojos verdes.
Liv aparece
más adelante en la historia. Es una muchacha oriunda del mismo pueblo que Kip,
y de la que este está enamoriscadillo.
Eragon es una novela juvenil de temática
fantástica. Como tal, se ambienta en un mundo imaginario, Alagäesia, gobernado
por el malvado rey Galbatorix (siempre hay un rey malvado, cuando es bueno,
enseguida se muere y llega uno malvado; o peor, una madrastra…), lleno de magia
y donde vive su protagonista, Eragon.
Se trata del
primer volumen de una tetralogía (eso son cuatro libros).
La sinopsis
es algo así: Eragon es un chaval de 15 años que vive con su padre y su hermano
en una granja a las afueras del pueblo. Un día, estando de caza, se encuentra
una extraña gema, ahí, tirada en el bosque. ¿Y qué creéis que va a hacer?
Efectivamente, va y la coge. Piensa que vendiéndola podrán afrontar el duro
invierno. Pero el caso es que nadie la compra. Los mercaderes pasan de tarde en
tarde por el pueblo. Y un día la gema empieza a emitir sonidos y a moverse (una cosa que a nosotros nos parecería super rara, pero Eragon no llamó a un cura ni nada),
hasta que se rompe y de su interior surge una cría de dragón. A Eragon le parece
super mona, incluso cuqui, así que decide quedársela… Nosotros no estoy seguro de que hubiéramos actuado así. Una vez se nos coló en casa una lagartija, y nos pusimos como locos...
Puff, la
verdad, no sé qué decir de esta tercera y última parte de la saga “El ángel de
la noche”… Me gusta y Kylar es un personaje genial que echaré de menos, pero
este libro me ha sabido a poco. Yo creo que es el peor de los tres.
No me
malinterpretéis, no voy a ponerle el vídeo de Los Simpson que pongo a loslibros que menos me gustan, para nada. Es un libro estupendo, simplemente me ha
provocado una sensación que no sé definir bien, que hace que me parezca
inferior a los dos anteriores.
El comienzo
es más brusco que en el anterior, aunque eso no tiene nada de malo. Quizá el
principio del segundo era demasiado “doméstico”. Ahora, en cambio, retomamos la
acción justo por donde se quedó en el final de Al filo de las sombras. Deduzco que ya lo habéis leído y por eso os
interesa esta reseña. Si no es así, dejad de leer, porque podría desvelaros
cosas que no sepáis de esa segunda parte…
El caso, que
hay tensión desde el principio, con Logan renunciando a la corona, Durzo vivo,
ejércitos luchando entre sí y Kylar manco de la mano derecha, con lo terrible
que es eso para un joven de 18 años y virgen…
La relación
con el Ka’kari se amplía, llegamos a saber más de él y hasta se convierte en un
personaje activo de la novela, se suelta la lengua y se transforma en un
parlanchín al que le encanta picar a Kylar, que por cierto, lo usa siempre en
ropa interior para que marque mejor sus músculos, así que si alguna vez
hicieran una peli de esta saga seguro que fichan al Taylor no sé qué, el Jacob de Crepúsculo,
vamos…
Bueno, pues Al filo de las sombras es la segunda
parte de la trilogía El ángel de la noche.
Voy a dar por supuesto que si leéis esto es porque habéis leído ya el primer volumen. Así, si digo algo que os destripe el primer tomo, luego no digáis que
no lo avisé. Si no lo habéis leído, leedlo antes y luego leed esta reseña. O por lo menos pasad la sinopsis, id directamente abajo, a donde pone "Más información", y clickad, y seguid leyendo por ahí. Aquí
no voy a meter spoilers de esos del segundo volumen, pero sí habrá del primero,
pues obviamente continuamos por donde lo dejamos ahí.
Bien,
aclarado esto, si seguís leyendo y acabáis de enteraros de que Durzo muere al
final del primer libro, se siente, os lo advertí.
El caso es
que la ciudad ha sido conquistada, el rey dios Garoth ostenta el poder, nadie
sabe que Logan y Jenine siguen vivos y Kylar solo desea comenzar desde cero con
Elene y Uly.
En la ciudad
caída, Jarl es el nuevo shinga, asesorado por Mama K. Pero no es un shinga
común, pues posee un lado bueno, y hasta conspirará con el general Agon para
tratar de recuperar la ciudad de manos de los Khalidorianos. Eso pasa por acabar
con el rey dios, y claro, es una misión clara para Kylar. Sin embargo, el joven
y portentoso ejecutor, que tiene más peligro que los gremlims cantando bajo la
lluvia, desea dejar el camino de las sombras, cambiar de vida y ser feliz junto
a Elene y la niña que han adoptado, Uly, hija del difunto Durzo.
La peculiar
familia abandona la ciudad y se traslada, tras fingir la muerte de Kylar, a
Caernarvon, una ciudad bastante más segura, donde comienzan una vida pacífica
junto a la tía de Elene.
Pero las
cosas nunca son tan sencillas, ¿verdad? Kylar pronto se verá desgarrado entre
su moral, que repugna del asesinato y lucha por convertirse en boticario, y su
instinto, que le llama a responder con violencia cuando sea necesario. Es un
poco como Spiderman, que siempre estaba con el coñazo ese de los remordimientos
y la divisón interna. Afortunadamente, aunque para Kyler es algo muy importante
y a lo que da muchas vueltas, no aburre.
El camino de las sombras es la primera
entrega de una trilogía de literatura fantástica, El ángel de la noche. Y es la novela con que se ha dado a conocer
Brent Weeks.
El
protagonista es un chico de la calle, Azoth, que vive en Cenaria, en la
Madriguera, un gueto de la ciudad donde los menos favorecidos sobreviven como
pueden. Azoth tiene un enemigo, Rata, que le hace la vida imposible. Y lo que
él desearía es poder vivir sin miedo. Por eso, cuando conoce a Durzo Blint, el
mejor ejecutor de la ciudad, alguien a quien todos temen pero que no teme a
nada, decide hacer lo que haga falta para convertirse en su aprendiz.
El oficio de
Durzo, ejecutor, es una vuelta de tuerca más al de asesino. Un ejecutor siempre
cumple sus encargos, es un maestro en cualquier técnica mortífera y, además,
posee Talento, es decir, magia que le permite ampliar sus habilidades. Cuando
alguien contrata a Durzo para matar a otro alguien, la vida de esa persona, el
muriente, a partir de ese momento es puro trámite.
Además, el
escenario de la novela es complicado, plagado de intrigas palaciegas y
diplomáticas, en una ciudad gobernada en la sombra por el Sa’kagé, una
organización criminal que controla los bajos fondos. Y para colmo, Khalidor, el
país gobernado por el rey dios brujo conspira para conquistar el país.
Los
personajes son variados y bien construidos. Azoth, el joven protagonista,
agobiado por los sentimientos de culpa hacia su amiga, Muñeca; Durzo, tan duro
aparentemente, tan enigmático; Muñeca, Elene, cuya vida cambia tanto gracias a
Azoth; Logan, tan noble e ingenuo; Mama K, sorprendente hasta el final; los
magos, los demás ejecutores y nobles, los Nueve del Sa’kagé, el rey… Muchos
personajes, muchas tramas que van enlazándose y mezclándose… Una novela compleja
donde a veces te pierdes un poco con las intrigas, porque la verdad, tiene
giros argumentales de culebrón televisivo, con personajes que dicen una cosa y
luego es otra, donde no puedes fiarte de que algo sea lo que parece y mucho
secretismo, donde deduces que cierto personaje hace algo como parte de una
trama mayor que solo puedes suponer. A veces la falta de información es un
engorro, otras te engancha por tratar de saber lo que ocurre.
No es una
novela perfecta, hay personajes, como Solon, que están algo abandonados, yo
habría dado más importancia y páginas a los magos, porque intuyes que su labor
es importante, pero es tan secreta y salen tan de vez en cuando que apenas
rozan la trama principal; hay detalles que no se explican bien; la magia quizá
sea poco elaborada o tópica (no en los medios, con lo del conducto y el modo en
que el mago extrae energía y tal, que es original, sino en los efectos, que son
típicos; ¿fuego de verde de brujo? pffff), salvo en el caso de los ejecutores,
que es distinta pero sin alardes... Pero también tiene varios giros
argumentales que sorprenden y es una novela lo bastante adictiva como para
querer continuar leyendo el resto de la trilogía.
Este libro no
tenía pensado leérmelo. Lo vi cuando salió (por cierto, que se me olvidó
ponerlo en las novedades, hace una o dos semanas), leí en su portada que el
gancho para atraer lectores es “si te gustó La
princesa prometida no dejes de leer esta novela”, y pensé que lo mismo era
interesante, pero no pasé de ahí. Luego, lo que son las cosas, al final ha
llegado a mis manos.
Lo primero,
decir que lo de La princesa prometida, realmente mucho, mucho no es que tenga
que ver. No he leído el libro de William Goldman, y la peli la vi hace bastante,
por lo que la recuerdo pero no con exactitud. Aún así, no veo tampoco demasiada
relación con esta novela, así que me temo que es un truco publicitario de esos
que tanto me fastidian. Hay una princesa, aventuras, secuestros… pero vamos,
entonces hay muchas novelas como La princesa prometida.
En fin, la
novela cuenta la historia de Elisa, princesa de Orovalle. Pero si imagináis una
orgullosa muchacha, hábil en la intriga palaciega, confiada, cautivadora, con
labios de esos rojos cual carmín y cabellos derramándose sobre sus hombros como
rayos de sol al ocaso, pues no. Elisa es una chiquilla de 16 años, gordita
(bastante), tímida, con escasa confianza en sí misma y prometida a un rey que
no conoce. Es la hermana menor, por detrás de Elodia, la perfecta, la hermosa,
la que heredará el trono y la que siempre se mete con ella.
Pero Elisa
tiene algo que le hace especial: es la Elegida. El día de su bautismo Dios
colocó en su ombligo la Joya Divina, que la distingue como aquella que
realizará un Servicio, no se sabe el qué, pero será algo importante.
Esto es un
punto que me ha gustado de la novela: cómo cada facción siempre dice seguir la
voluntad divina para excusar así cualquier cosa que haga. Siempre me he preguntado
cómo los hombres tenían la poca vergüenza de culpar a Dios cuando deciden
declarar una guerra o hacer algo malo, así que me ha gustado que alguien más
vea lo incongruente de tal hecho.
El caso es
que Elisa se casa. No sabe por qué. Solo sabe que la boda se celebra a toda
prisa, que se va a convertir en reina de un enorme país en medio del desierto y
que no sabe por qué. La acompañarán sus fieles damas, Ximena y Aneasi, pero
durante el viaje ésta última muere, y descubre en la otra facetas que
desconocía. Y se encuentra con un marido que le pide que mantenga en secreto su
matrimonio, a las puertas de una guerra con una nación extraña y misteriosa, y
enfrentada a una corte que desconoce. Elisa deberá sacar fuerzas de flaqueza y
fortalecerse, superarse y averiguar cosas sobre la Joya que la distingue.
Claro, que no deberá preocuparse demasiado por toda esta situación, porque enseguida
las cosas van a complicarse. Mucho.
Esta novela
me la regaló A. Está coescrita por Javier Negrete y Juan Miguel Aguilera. Al
segundo la verdad es que no le conocía. Al primero sí, aunque no había leído
nada suyo antes.
El libro
mezcla una epidemia, zombis (en realidad no son tales, pero a efectos prácticos
y de que te vayan a pegar un mordisco, da lo mismo), amenazas biológicas y un
grupo de personas atrapadas en medio de todo ello. El resultado: venga carreras
p’arriba y p’abajo, a lo loco.
Laura Fuster,
la protagonista, es una doctora experta en armas biológicas, que trabaja para
la OPBW, una organización internacional que busca y destruye este tipo de
armamento. Laura es una gran profesional, a la que apodan “la superwoman”, pero
está lastrada por un fuerte trauma emocional fruto de su última misión, una
expedición a Irak que se torció al caer en manos de unos terroristas. Desde
entonces está retirada, tratándose con ansiolíticos y procurando volver a ser
ella mima. Si es que a perro flaco todo se le vuelve pulgas, porque su
superiora, Annia, considera que está lista para reincorporarse e investigar una
alarma aparentemente poco importante: en el pueblo de Matavientos, en España
(sí, la novela transcurre aquí, que nosotros también podemos tener estas cosas
apocalípticas, no solo los guiris), se han registrado varios casos de
meningitis.
Laura se
desplaza hasta allí, acompañada por un técnico forense, Eric, medio colado por
ella, para certificar si realmente se trata de meningitis y valorar el alcance
de la epidemia. Pero lo que parece algo rutinario enseguida se complica.
Matavientos
es un pueblo rodeado por invernaderos, donde se cultiva la mayor parte de la
fruta que se exporta a toda Europa. Viven allí multitud de inmigrantes, tanto
legales como, sobre todo, ilegales, y un pequeño porcentaje de población local.
La zona está acordonada, para que la enfermedad no se extienda. Y Laura se da
cuenta enseguida, por los informes que recibe al llegar y una grabación
bastante inquietante, que allí se agazapa algo mucho más terrible. ¿Un ataque
terrorista? ¿Una epidemia natural? El caso es que hay un virus que evoluciona
muy rápidamente y vuelve agresiva a la persona infectada. También hace que le
entren ganas de retozar, aumentando su libido, pero lo inquietante es lo de la
agresividad, claro. Porque una cosa es que te den mordisquitos y otra que te
arranquen algo de un bocado…
Ésta es una
de las mejores novelas que encontraréis. A no ser que odiéis a muerte el género
fantástico, os encantará. Cuando salió me llamó la atención su portada y
sinopsis, pero no llegué a comprármelo. Fue después, cuando la gente comentaba
que estaba bastante bien cuando me lo pensé mejor, y aún así esperé a que
saliera en bolsillo, por si acaso. Bien, pues me satisfizo tanto que la segunda
parte la compré en cuanto se publicó, sin esperar a bolsillo ni nada, y la leí
despacito, saboreándola.
El libro
cuenta la historia de un personaje famoso en aquellas tierras, Kvothe, que es
protagonista de numerosas leyendas y cuentos, mitificado y admirado por unos,
odiado por otros, sin quedar claro si es bueno o malo, pues a veces se alaban
sus hazañas y otras parecen deleznables. El caso es que Kvothe ha fingido su
propia muerte, como Elvis, dicen, y se ha escondido bajo el disfraz de un
simple posadero. Sin embargo le encuentra Cronista, un personaje que se dedica
a escribir biografías (su nombre da la pista). Y Kvothe acepta contarle la suya
durante tres días, que se corresponden con los tres volúmenes de que constará
la obra y de los cuales El nombre del
viento es el primero. Y pensaréis, leyendo esta sinopsis que he escrito: “pues
vaya rollo de libro…”. Es que no se me da muy bien contar sinopsis… Siempre que
recomiendo un libro a alguien y cuento de qué va, no lo lee. Ahora ya no lo
cuento… Pero fíate de mí, este libro es muy bueno.
Para ser
sinceros, el principio es lo peor. Yo lo empecé y pensé que vaya chusco, porque
te mete en la historia sin ponerte en antecedentes, con un Kvothe a quien no
conoces de nada en un mundo del que no tienes ni idea. Tienes que deducir
mucho. Y de repente empiezan a pasar cosas malas, pero no sabes si eso es
normal allí, o es rarito o qué. Y los personajes no se presentan debidamente.
Luego, cuando avanzas en la historia los conoces bien, pero así, de repente,
todo es como muy abrupto y no te enteras. Eso puede desanimar. No os
desaniméis. Yo continué pacientemente, porque pensé que si tanta gente decía lo
bien que estaba, sería por algo. O que mi edición era defectuosa, no sé.
El caso es
que si continuas leyendo y llegas a la parte en que Kvothe comienza su
historia, la cosa mejora. Primero no mucho, porque como sales escamado del
principio, pues tardas en darte cuenta de que ya te va gustando. Luego, cuando
quieres darte cuenta, es demasiado tarde, te ha enganchado.
El libro
además es curioso porque casi es como si se hubieran juntado varias ideas de
otras novelas: al principio es un poco Oliver
twist con el tema del huérfano y tal; luego parece un poco Harry Potter, con su Universidad y sus
profesores; y tiene elementos también de Terramar,
con los nombres de las cosas. Pero sin copiar a nadie, porque, aunque comparta alguna idea, está planteada de un modo tan diferente que se destaca por completo de los demás libros. Y todo ello sin perder ni un momento la
originalidad y la frescura. Es sorprendente.
Aventuras,
magia, amores complicados, música… todo engarzado en una historia perfecta, con
unos personajes bien construidos y reales, profundos y vivos, desarrollada en
un mundo complejo, con pasado y leyendas, con personajes famosos, como Taborlin
el Grande, que terminan por resultar completamente familiares al lector. Pero,
sobre todo, escrito con un estilo tan cuidado que calificaría de pedante si no
deseara yo mismo poder escribir así de bien; expresado todo, especialmente los
pensamientos e impresiones del protagonista, con metáforas tan buenas y tan
fina ironía que no parece un libro de fantástica, si los entendemos como los
que no emplean esta narración tan cuidada, sino que se fundamentan más en la
originalidad de su fantasía.
En fin, no sé
qué puedo decir para convenceros de que leáis este libro. A mí simplemente me
encanta. A veces te hace reír con un humor que no esperabas encontrar, otras te
suelta frases tan buenas que te las quieres apuntar, a veces te emociona, otras
te pone de los nervios por ver qué va a pasar. Y el protagonista te acaba
cayendo genial. A veces te raya, cuando se pone pesimista y vencido, pues el
Kvothe que cuenta la historia no parece el mismo Kvothe que la protagoniza, tan
distinta es su actitud. Y esto solo te hace desear más saber qué le ha pasado.
Es un libro magnífico. A mí hay muchos libros que me han hecho sentir muchas
cosas, pero el género fantástico, que me encanta, no se caracteriza
precisamente por provocar sentimientos. No es como cuando lees que Margarita
Gaultier está ya tan enferma que no puede ver, pero que cuando siente la puerta
levanta la cabeza del lecho por si es él… Y si embargo me ocurrió algo muy curioso
con este libro: en el pasaje donde Kvothe se presenta al concurso por el
caramillo de oro (cuando lo leáis sabréis a lo que me refiero) me emocioné
tanto, en plan “lo logrará, no lo logrará” que hasta me latía más fuete el
corazón. Es una tontería, porque tampoco es un pasaje tan crucial, pero yo que
sé, me pasó. Y cuando un libro te hace sentir cosas importantes se convierte en
algo especial para uno, por eso lo recomiendo tanto. Leedlo.