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viernes, 15 de agosto de 2014

Los 10 mejores clásicos para leer en verano




En la entrada sobre las lecturas para el verano me han dejado un comentario preguntando sobre clásicos. He contestado algo ahí mismo, pero he pensado que estaría bien poner una entrada completa sobre lecturas clásicas para leer en verano. Porque a mucha gente le echa para atrás lo de “clásico”, y relacionan estas novelas con algo aburrido, cuando en realidad muchas de ellas son estupendas, y es una lástima perdérselas. Así que he creado una lista con las diez novelas clásicas que no son demasiado peñazo, que son entretenidas y ligeras para el verano:

 

1.      Las minas del rey salomon.


Sí, sí, sí, ya sé lo que vais a decir: que habéis visto cientos de pelis basadas en esta novela y os sabéis la historia, y que puestos a leerla preferís ver a Sharon Stone correteando por la sabana. Pues la verdad, yo me llevé un sorpresón con este libro. Lo leí sin esperar demasiado, por eso mismo, y resulta que me encantó. Tiene unos toques de humor geniales (hay veces que simplemente te echas a reír sin poder evitarlo), Quatermain es un gran personaje y la vieja bruja se sale. Se sale.


 

Aventuras sin parar, recomendadas por ejemplo para lectores jóvenes, que pueden leer así una obra clásica sin poder quejarse de que se aburran, pero también para cualquier otra edad. Es un libro fácil de leer y que está genial para las vacaciones. Lo podéis encontrar en la editorial Anaya.

 

2.      Un yanki en la corte del rey Arturo.

Vaaaale, de este también hay peli. Pero es que me pasó lo mismo: me gustó el libro, y es un clásico lleno de aventuras e ironía (“la rubia” que se engancha al caballero es un puntazo). Ya sabéis: narra las peripecias de un hombre moderno que viaja al pasado, a la corte de Arturo, donde aplica sus conocimientos científicos para rivalizar con el mismo Merlín, que acaba cogiéndole mucha tirria. Otra lectura en la que seguro que no habías pensado pero que vale la pena leer, que no es para nada el típico clásico denso, aburrido y con lenguaje rimbombante. No, es una novela dinámica que podría perfectamente haber sido escrita en la actualidad. Con muchas de Twain pasa eso. También está en Anaya.

 

jueves, 19 de junio de 2014

Jane Eyre

 
El clásico de Charlotte Brontë


Colosal. Me ha encantado esta novela. A lo mejor ha sido por el contraste entre los libros escritos más que nada para vender que he leído últimamente (Inferno, La verdad sobre el caso Harry Quebert…) y un libro bueno de verdad, como este Jane Eyre, más cercano al arte que al rendimiento económico, aunque cuando se publicó allá en el s. XIX fue un éxito rotundo…

Además, suscitó bastante polémica, porque la protagonista, Jane, le pareció demasiado decidida a la sociedad de la época, que tachó la novela de feminista. Hoy en día no nos parece tan descabellado su comportamiento, y me ha parecido, en cambio, una novela excepcional.

El argumento, como en muchos clásicos, seguro que lo conocéis, aunque sea por encima. Jane Eyre es una huérfana a la que han acogido unos parientes: vive con su tía y sus primos. Sin embargo, su tía la acoge tan solo por mantener la promesa hecha a su marido en su lecho de muerte, que era quien tenía relación de sangre con la niña, pero ni la comprende ni le tiene estima. Y la vida de la niña en la casa es muy infeliz:

“A John nadie lo contradecía, y mucho menos castigaba, aunque retorcía el pescuezo de las palomas, mataba a los polluelos, azuzaba a los perros contra las ovejas, robaba la fruta y destrozaba los brotes de las plantas más bellas del invernadero. También llamaba vieja a su madre y a veces la insultaba por tener la tez tan oscura, como la suya propia. La desobedecía descaradamente y a menudo rompía o estropeaba sus ropas de seda y, a pesar de todo ello, era su cariñito. Yo no me atrevía a cometer ninguna falta; me esforzaba por cumplir con todas mis obligaciones y se me llamaba traviesa y molesta, arisca y ruin, día y noche, día tras día”.

BRONTË, C. (primera edición 1847). Jane Eyre. Alianza: Madrid, 2006. Pg. 25. ISBN: 9788420664941.

La novela comienza relatando estos hechos, con Jane a la edad de 10 años, y enseguida la familia de la niña decide enviarla a una institución benéfica, una escuela, donde vivirá internada. Allí Jane evolucionará y se desarrollará. Permanecerá en la escuela ocho años. Algunos mejores y otros peores, pero finalmente saldrá al gran mundo y se colocará como institutriz de una niña en la mansión de Thornfield Hall. Aquí es donde comienza verdaderamente la historia de la joven Jane Eyre, no exenta de sobresaltos, de cosas buenas y de desgracias también.






domingo, 22 de abril de 2012

1984



Este libro es el mayor coñazo del mundo mundial. Es peor que pasarse toda la tarde viendo a Belén Esteban imitando a Madonna…

 Antes de que os echéis a mi cuello os diré que reconozco que su ideología, el futuro que plantea, el tema de la Neolengua y todo el planteamiento social y político que expone son temas realmente fascinantes y en los que vale la pena pararse a pensar. Pero el libro como lectura en sí, es insufrible.

1984 es una de las más conocidas novelas de George Orwell, hasta el punto de que se emplea el calificativo de orwelliano para referirse al ambiente, lenguaje, sociedad, etc. que describe la novela refiriéndose a cualquiera de estos factores en el mundo real. En ella nos cuentan la historia de Winston Smith, al que calificaría como un pobre hombre, pues se trata de una novela bastante pesimista, por lo que no cabe un protagonista heroico. En el mundo de 1984 el Gobierno lo controla todo. Y cuando digo todo, me refiero a todo. Incluso el pensamiento, pues se emplea el Neolenguaje, una lengua nueva desprovista de multitud de palabras y significados, estimando que si algo no puede ser nombrado, si algo no posee significado, es equivalente a que no existe. Si no existe un concepto para libertad, no se puede pensar ni desear ser libre… ¿Es inquietante, verdad?

El Gobierno vigila a la población, mediante la llamada Policía del Pensamiento, que vela por que nadie tenga pensamientos poco ortodoxos. Aquellos que delinquen son borrados literalmente de la faz de la tierra. A todos los efectos es como si nunca hubieran existido. Se borran todos sus datos, se cambia cualquier artículo periodístico, cualquier fotografía donde aparezcan, y no queda prueba alguna de su existencia. Y lo mismo ocurre con la Historia, que se escribe, inventa y reinventa según las necesidades específicas del momento político.

La sociedad se divide en dos: por una parte, los miembros del Partido, que forman la estructura política y administrativa, y por otro los “proles”, que son la masa del pueblo, generalmente sumida en la ignorancia y el desprecio.

Winston es miembro del Partido, pero un miembro poco importante. Y sus dificultades comienzan cuando empieza a plantearse cosas en las que no debería pensar. Pero no esperéis una apasionante aventura en la que Winston se alce como héroe del pueblo y lo libere. No, 1984 describe una atmósfera opresiva en la que todo es gris y sucio. Y Winston es más bien un sin sangre que poco hace más allá de servirnos de vehículo para ir descubriendo el mundo en el que vive.

Lo mejor de la novela empieza hacia la mitad, donde por lo menos aparece algo de sexo… Pero vamos, que si a mí me pasa como a Winston y la chica para que no los pillen empieza con lo de “gira a la derecha, luego a la izquierda, luego saltas los matojos, andas 100 metros, tuerces a la derecha dos veces y luego vas a la izquierda…” pues, vamos que cojo y la digo “mira, hermosa, casi mejor lo dejamos”. Tanto paseo para un polvo…

Como ya he mencionado la novela en sí es un rollo. No la leáis si no os obligan. Total, si lo que os interesa es el contexto social y político de la novela, podéis investigarlo en Internet y no pasar el calvario de leerla. O si deseáis saber más sobre la Neolengua, podéis leer el anexo que viene al final de la misma.

Esto realmente sí es interesante, e incluso es actual. El Neolenguaje es algo muy complejo, pero para que os hagáis una idea se basa en conservar únicamente palabras que interesan al Partido, y emplear palabras que signifiquen algo agradable para referirse a algo desagradable sin que el oyente se percate de ello. Es como emplear un eufemismo, pero llevado al límite. Por ejemplo, si decimos limpieza étnica, podemos pensar que limpiar es algo positivo, y no nos sintamos tan sensibilizados como si escuchamos asesinato en masa racista. O expediente de regulación de empleo. Suena hasta bonito, y regular el empleo nos hace pensar en hacer algo bueno y mejorar el trabajo, pero significa despidos a lo loco…

El Neolenguaje hace lo mismo. Elimina significados o cambia palabras. Por ejemplo, no existe la palabra mal, se usa la palabra no-bien.

Las palabras tienen el poder de destruir y sanar. Cuando las palabras son buenas y sinceras, tienen el poder de cambiar el mundo”, dijo Buda. Para lograr que alguien haga exactamente lo que uno desea no hace falta amenaza o coacción; no es necesario apuntarle con un arma. Basta con un puñado de palabras escogidas cuidadosamente y declamadas con la entonación apropiada. Retórica es como se denomina al arte de emplear el lenguaje con una finalidad persuasiva o estética, y no meramente comunicativa, y es un arte que existe desde los albores de la Grecia clásica, y que emplea diestramente tanto el político de turno como la sencilla, entrañable y sufrida madre de cualquier adolescente. Y en política, por ejemplo, es esencial que la imagen sea siempre positiva. Por eso se coquetea mucho con la Neolengua y el universo manipulador orwelliano. Esta novela pone esto de manifiesto, y nos hace pensar en lo inquietante y real que resulta. Éste es el verdadero valor de este libro, que nos haga pensar para ser capaces de reaccionar más críticamente. Si en honor de la verdad debo confesar que 1984 se me ha hecho cuesta arriba en algunos (muchos) de sus pasajes, debo ser sincero también al reconocer que me ha dado mucho en qué pensar. Pensad en ello vosotros también y no os dejéis engañar, pero si podéis evitarlo, dejad este libro y leed otro.

-Título: 1984.
-Autor: George Orwell.
-Género: Ciencia Ficción.
-Editorial: Austral.
-Precio: 7,95€.
-Isbn: 9788423342310.
-Alma: ominosa, oprimida, engañosa y ambigua, con regusto de humo gris.

sábado, 21 de abril de 2012

Ana Karenina




Todavía no he decidido cómo catalogar esta novela. Está claro que Tolstoi es un gran escritor y que Ana Karenina es todo un clásico. En general es cierto que la novela me ha gustado, pero también que hay partes que son un tostón y necesitas tener al lado la botella de whisky para leerlas.
Para empezar, no esperes encontrar una historia de corte épico-romántico como la película homónima de Greta Garbo. De hecho, aquí el personaje de Ana casi es alguien que ni fu ni fa. La novela habría de haberse titulado más bien Catalina Scherbazkaya, pues este personaje y su historia paralela tienen mayor peso en la novela que la de la propia Ana, otorgando además el contrapuesto y el contraste de la historia desgraciada de ésta.
Doy por sentado que todos conocéis básicamente la sinopsis de la obra (si no es así, no sigáis leyendo o hacedlo con cautela): Ana, casada con el funcionario Alexis Karenin, es pretendida por el joven Vronsky hasta que acaba cediendo y fugándose con él. Se nos muestra a partir de ese momento el desprecio que la alta sociedad rusa siente hacia la pareja, especialmente hacia Ana, que es la adúltera (en medio de una hipocresía sublime Vronsky es recibido en sociedad mientras a Ana se le hace el vacío), cómo se siente ella y cómo su amor va degradándose en una espiral que culmina trágicamente.
Ana, que debería inspirar compasión y lástima en el lector, en cambio provoca cierto hartazgo, al menos de la mitad de la novela en adelante, pues las escasas ocasiones en que aparece lo hace sumida en tal estado trágico de desdicha y celos imaginarios que cansa. Lo mejor que se dice de ella son las constantes referencias a su exquisita belleza. En comprensible, no obstante, que Ana sienta ese torbellino en su interior: sufre remordimientos, más que por su marido, que la novela confiere un carácter casi reptiliano que no capta la simpatía del lector en ningún instante, por su propia situación. Su temor más grande es que Vronsky deje de amarla y quede ella en una especie de limbo, sin poder volver con su familia ni aceptada en sociedad. Sin nada. Y esto le provoca celos constantes que no hacen más que enfriar su relación y empeorar las cosas.
Su situación se resume en la fatal situación de rechazo que vive cuando acude sola al teatro, y que recuerda a Escarlata O'Hara con aquel vestido rojo en el cumpleaños de Ashley, solo que sin ninguna Melanie que le tienda una mano.
La mejor parte de la novela, la más expresiva con diferencia, la más sublime y que más se adentra en lo más hondo del lector pertenece, a modo de reinvindicación, a esta pobre Ana, que va en su coche reflexionando, buscando a su amado, combinando sin sentido pensamientos con impresiones de lo que en la calle va encontrando, en un retrato perfecto del estado desesperado en que se halla. Tolstoi recrea en esos momentos un psicología perfecta. Ya en otros fragmentos de la novela se aprecia la profundidad con que el autor expresa el pensamiento y sentir de los personajes, pero es aquí, en los últimos momentos de Ana, cuando más hace sentir al lector. Como cuando, sumida en su reflexión, ve de pronto a unas jóvenes caminando alegres, y piensa: “¿de qué se reirán? Seguramente su alegría tendrá por causa el amor. No saben que el amor es solo llanto y amargura”.
Por otro lado, Vronky es más bien un canalla, que desprecia los sentimientos y el daño que causa en otras jóvenes, aunque se redima algo con el amor incondicional que profesa a Ana. A ratos cae bien al lector, a ratos no, siendo un personaje difícil de catalogar. Cierto que renuncia a todo por ella, pero básicamente su carácter se resume en aquellas reglas por las que se regía: “sus reglas definían claramente que debía pagar a los fulleros y no al sastre; que no debía mentir a los hombres, aunque sí podía mentir a las mujeres; que no era lícito engañar a nadie, mas sí a los maridos; que era imposible perdonar las ofensas y que estaba permitido ofender, etc. Tales reglas podían ser ilógicas y malas, pero eran concretas y Vronsky, cumpliéndolas, se sentía tranquilo y con derecho a llevar la cabeza muy alta”.
Por lo demás, la novela intercala la historia principal, la de Ana y Vronsky, su marido y su hijo, con otra paralela, la de Kitty y Levin, y con partes que describen el funcionamiento de la política rusa o de su sistema agrario, que conforman un fondo y marco perfecto para la historia, pero que a menudo aburren soberanamente y crean tedio, teniéndose que hacer un esfuerzo para continuar la lectura y pensando que tales partes sean quizá superfluas o, al menos, demasiado extensas. Pero claro, de omitirlas perderíamos el estudio de la sociedad rusa que realiza Tolstoi y no quedaría más que una novela como cualquier otra.
Como ya he dicho, casi podría decirse que los protagonistas son realmente Levin y Kitty, pues aparecen más en la novela, su historia es más profunda y, por supuesto, representan el otro lado de la moneda, cuando el amor es legítimo aunque tenga que vencer obstáculos y es plenamente aceptado en sociedad. Su felicidad se opone diametralmente a la desdicha obsesiva de Ana, en claro ejemplo moralizante. Y es en el personaje de Levin en quien se realizan muchas de las reflexiones más filosóficas de la novela, cuando expresa que no cree en Dios, pero le suplica, o cuando medita sobre la muerte y la moral. Por ejemplo, cuando piensa así: “¿He llegado por el razonamiento a la conclusión de que hay que amar al prójimo y no causarle daño? Me lo dijeron en mi infancia y lo creí, feliz al confirmarme los demás lo que yo sentía en mi alma. ¿Y quién lo descubrió? No lo descubrió la razón. La razón ha descubierto la lucha por la vida y la necesidad de aplastar a cuantos estorban la satisfacción de mis necesidades. Tal deducción es de la razón. La razón no ha descubierto que se amase al prójimo, porque eso no es razonable”. Y, a pesar de ofrecer opiniones tales como que los campesinos no necesitan escuelas ni hospitales, Levin se convierte en el personaje masculino más cercano al lector, por el que se siente más empatía.
El marido de Ana, ya lo hemos dicho, no se acerca en ningún momento al lector, y Sergio, su hijo, protagoniza emotivos momentos al final, pero permanece en un segundo plano la mayor parte de la novela. Daría Alejandrovna y su marido Esteban son otros personajes con cierto peso en la novela. Precisamente para ayudarlos en un asunto de adulterio es como Ana aparece. Y el mejor momento de la novela, el más divertido, sin duda, es cuando Esteban visita a Alexis y a la condesa Lidia Ivanovna estando presente Landau, el francés que predecía el futuro, y casi se queda dormido mientras la condesa leía.
Es curioso, en cualquier caso, cómo la novela crea un círculo, presentando la llegada de Ana con un accidente ferroviario que sería profético de la tragedia de su vida. Y triste que, tras su fin, solo Vronsky parezca recordarla. Ni su hermano, cuya alegría nada puede empañar, parece lamentarlo demasiado. Y el lector, tras el desenlace fatal, prosigue su lectura, en una metáfora de que la vida sigue sin detenerse por nadie, pensando que queda buena parte de la novela faltando ya el personaje protagonista… una protagonista que se cuela justo al final en el corazón de los lectores, y que solo merece este párrafo para despedirse:

Y la luz de la vela con que Ana leía el libro de inquietudes, engaños, penas y maldades, brilló por unos momentos más viva que nunca y alumbró todo lo que antes veía entre tinieblas. Luego brilló por un instante con un vivo chisporroteo; fue debilitándose… y se apagó para siempre.


Una novela, por fin, que merece la pena ser leída, incluso cuando, como casi todo el mundo, conozcas ya la trama y su desenlace, pero solo si te gusta leer, porque de lo contrario toparás con fragmentos espesos que te desanimarán bastante. La historia, o las historias principales, se interrumpen con reflexiones sociales, económicas, políticas, filosóficas o morales. Leyendo esta novela sufres altibajos, a veces piensas que es excepcional y tiene frases para la posteridad, y otras piensas que es un tostón…

-Título: Ana Karenina.
-Autor: Lev Nikoláyevich Tolstói.
-Género: Narrativa.
-Editorial: Varias. La mía es una edición conmemorativa de Austral.
-Precio: 14,95€.
-Isbn: 9788467032802.
-Alma: desdichada y trágica, celosa, de desgarro y abandono.