La daga de la ceguera es la segunda
parte de la saga El portador de la luz,
de Brent Weeks, y continuación de El prisma negro. No sé si se trata de una trilogía o una cuatrilogía, pero en
breve se publica la tercera parte (en inglés), como ya os conté aquí.
Si os
interesa esta reseña supongo que será porque ya conocéis al autor y la saga, al
tratarse de una segunda parte. Por si no fuera así, os hago un resumen en un
periquete: Weeks es un autor de literatura fantástica. Se dio a conocer con la
saga de El ángel de la noche, en
estos momentos en que obras como Juego de
tronos o El nombre del viento han
aumentado mucho la popularidad de este tipo de literatura. La obra de Weeks no
les va a la zaga a estas otras, y es muy recomendable. Si no has leído nada,
hazlo, especialmente si te gusta esta nueva literatura fantástica con más
componentes adultos y menos tabús. Weeks añade además comentarios humorísticos
e irónicos salpicados a lo largo de sus páginas, que hacen que sus novelas sean
entretenidas y enganchen no solo por la acción y la aventura, sino también por
arrancar sonrisas de vez en cuando:
“Resultas
útil como arma porque quien te mire verá solo un niño, un muchacho afable,
incapaz de hacer daño a una mosca.
«Afable.»
Nombre en clave de «gordo y majete». Lo próximo será «pizpireto».”
WEEKS, B. “La
daga de la ceguera”. Barcelona: Debolsillo, 2014. P. 45. ISBN: 9788490323090.
Todo esto,
junto con unos argumentos complejos y llenos de giros y subtramas, hace que
sean unos libros de los que siempre quieres leer la página siguiente. Quizá el
defecto de la literatura fantástica haya sido el prejuicio de que fuera
inmadura o para frikis. Esta nueva generación de autores está demostrando lo
contrario sin duda.
Bueno, pues
tras este repaso, vamos con el libro.
Si has leído El prisma negro ya sabes cómo quedaron las cosas (si no, echa un vistazo a la reseña aquí). No pienso destripar el argumento de esta segunda parte, así que os cuento solo un poco (si no has leído el primero será mejor que pases al párrafo siguiente para no reventarte nada). Gavin se encuentra con cincuenta mil refugiados sin hogar, una Karris cabreada, un Kip en su línea de patoso y un color menos. Un montón de problemas que debe solucionar, todo ello a la vez que lidia con la Cromería y el Espectro, su hermano fugado de la prisión azul y la guerra que ha estallado. Malabarismos tiene que hacer el pobre…
Si has leído El prisma negro ya sabes cómo quedaron las cosas (si no, echa un vistazo a la reseña aquí). No pienso destripar el argumento de esta segunda parte, así que os cuento solo un poco (si no has leído el primero será mejor que pases al párrafo siguiente para no reventarte nada). Gavin se encuentra con cincuenta mil refugiados sin hogar, una Karris cabreada, un Kip en su línea de patoso y un color menos. Un montón de problemas que debe solucionar, todo ello a la vez que lidia con la Cromería y el Espectro, su hermano fugado de la prisión azul y la guerra que ha estallado. Malabarismos tiene que hacer el pobre…
Me ha gustado
este libro por algo en concreto (además de por su argumento, el estilo de su
autor, los golpes de humor, la aventura, lo original de su magia, etc.).
Veréis, las segundas, terceras, etc. partes de una saga tienen todas un
problema común: son continuación de la primera. Pues claro, diréis. Pero es que
lo bueno de cada primer volumen de una saga es que descubres un mundo nuevo, cosas
diferentes, nuevos personajes, una historia que lees por primera vez… Después
la historia continúa. A menudo las segundas partes comienzan enseguida con
acción, continuando por donde quedó la primera (que además es normal que
acabara en suspense), porque no hay que introducir al lector en un mundo que ya
conoce. Eso hace que las segundas y siguientes partes tengan menos encanto: hay
menos sorpresa, menos que descubrir, menos argumento y solo una continuidad de
la acción comenzada en el primer volumen. No es malo, pero sí es la mayor
diferencia entre un primer volumen y sus secuelas. Sin embargo, esto no ocurre
con La daga de la ceguera. Por
supuesto, continúa la trama de la primera parte, pero con calma. Aparecen
personajes nuevos (el Tercer Ojo me cae genial, un oráculo que Weeks ha sabido
recrear de un modo muy original, sin parafernalias místicas y con humor, y
Janus Borig es estupenda también, se la podría haber explotado más) y se amplía
la historia. Kip va a la Cromería, para comenzar su formación, en plan Harry en
Hogwarts, y esto es lo que hace que esta segunda parte sea como una primera:
mientras que con Gavin continuamos la trama principal, con Kip descubrimos los
entresijos de la Cromería y la Guardia Negra, algo que no conocíamos bien
antes, por lo que es como leer un libro nuevo, no una continuación.
Esto hace que
la novela te enganche como si fuera nueva. Sí es cierto que hacia la mitad se
me hizo más monótona, pero el final vuelve a ser trepidante. Ya tengo ganas de
la tercera parte.
Quiero destacar
otra cosa: echad un vistazo al final del libro, encontraréis mucha información
que no había en el primer volumen. Para empezar un elenco de personajes, con
información de cada uno; también un glosario de términos; y lo más interesante,
un apéndice sobre la magia, los colores y la luxina, sus clases, cómo funciona,
sus usos y cómo afecta a los trazadores. Me ha parecido muy importante para
profundizar en los detalles de la magia en esta saga, que es uno de sus
aspectos más llamativos. Debería haber estado al comienzo del primer volumen.
Echadle un ojo.
Os dejo además aquí el primer capítulo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario