La tabla esmeralda me decepcionó en un
primer momento. El primer capítulo cuenta cómo un aprendiz de pintor, Giorgione,
conoce a un fraile que, por casualidad, encuentra un cilindro de piedra que,
por casualidad está relacionado con un secreto que este fraile conoce. Como,
por casualidad, también conoce a Lorenzo el Magnífico, pues manda al aprendiz a
que le lleve el cilindro. Casualmente, Lorenzo tiene otro, y con ambos se
accede, no lo vais a creer, a un secreto antiquísimo que está oculto porque la
humanidad no está preparada para conocerlo. Mucha casualidad y muy tópico lo
del secreto. Se ve que los antiguos eran superinteligentes y descubrieron un
montón de avances increíbles que, por algún motivo decidieron ocultar en forma
de clave, porque hay que ver la de libros diferentes que se sirven de ellos… Y
qué lástima que, estando ellos tan avanzados, luego la humanidad fuera más
ignorante de repente, cómo se estropean los cuerpos. Un día estás descubriendo
un algo que revolucionaría la existencia y al siguiente estás pintando
rupestremente en una cueva… ¡Qué cosas!
En fin, el
caso es que Giorgione, que fue un pintor que existió realmente, propuso a
Lorenzo el Magnífico recoger el secreto en un cuadro. ¿Por qué Lorenzo confió
una tarea así a un aprendiz que no conocía de nada? Es más, ¿Por qué le dejó
siquiera escuchar mientras hablaba del secreto? Pues son preguntas que
usualmente te haces cuando tienes en las manos un libro malo.
A Dios
gracias, este capítulo debía de ser de prueba, en plan “si superas
estas páginas sin resoplar y hacer una hoguerita con el libro, te encontrarás
después con una gran novela”. Una experiencia iniciática, o algo de eso. Casi
me siento ahora de la Hermandad βπδ, pero sin haber corrido desnudo por un
centro comercial abarrotado ni meterme guindillas por el… Bueno, las cosas esas
que hacen los guiris en esos casos. Folklore que tienen ellos.
Total, que
después del primer capítulo la cosa mejora. Muchísimo. Existe como eje central
la búsqueda del cuadro, pero la novela no gira en torno a ella, sino que sirve
en realidad simplemente como excusa para desarrollar una doble historia paralela, en
dos tiempos, que nos cuenta las vidas de sus protagonistas. Sí, hay
investigación y misterio para encontrar el gran secreto, pero sobretodo hay
vidas humanas, superación, aventura, amor e intriga.
El argumento es
el siguiente: de un lado, en la actualidad, el magnate y empresario Konrad
Koller está interesado en hallar un cuadro perdido del famoso pintor
renacentista Giorgione. Por ello le encarga a su prometida, que para eso trabaja
en el Prado, que se lo busque. La tal prometida es la protagonista de la
novela, Ana García-Brest. Vamos, como la Obregón pero sin ser Bióloga,
escritora, guionista, poetisa, presentadora, actriz, bla, bla, bla. Simplemente
Historiadora de arte. Bueno, el libro de la Obregón no ha entrado en los más
vendidos, y el de la Brest sí. El caso es que las pistas conducen a nuestra Ana
a un oscuro pasaje de la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda del profesor
Arnoux, se embarcará en la búsqueda del cuadro, pero también en el
descubrimiento de las vidas que se sacrificaron por custodiarlo y en el de su
propia vida y el rumbo que lleva. A fin de cuentas, es lo que os contaba, no se
centra en el descubrimiento de un gran secreto, sino que éste queda en segundo
plano, simple excusa para todo el resto del argumento.
Del otro
lado, se nos narra la historia de Sarah Bauer, una muchacha judía de
Estrasburgo que, al perder a su familia a manos de los nazis, huye a Francia
junto con un trabajador de su padre, Jacob, nombre muy usual desde la saga Crepúsculo, aunque en este libro suele aparecer con camiseta. Perseguidos sin embargo por un
oficial nazi, Georg, encargado por el mismo Himmler, siguiendo las órdenes del
Führer, de encontrar un misterioso cuadro, “El astrólogo”, pintado por
Giorgione. El modo en que sus destinos se entrelazan, donde nada es lo que parece
en el París ocupado, determinará sus vidas para siempre.
Ambas historias
transcurren simultáneamente, al estilo de El
8, aunque personalmente este libro me ha parecido más dinámico que aquél.
La tabla esmeralda es realmente
recomendable. Superando el escollo del primer capítulo, que parece una broma,
encontramos una obra que nos enganchará. Adolece de varios defectos,
evidentemente, el más grave de los cuales es quizá que numerosos de sus giros
argumentales y tramas son predecibles. Llega un momento en que sospechas que a
tal personaje le va a suceder tal cosa, y va y le sucede. No obstante, esto no
es obstáculo para su lectura, pues atrapa de tal modo que da igual, deseas
seguir leyendo, y más que frustrarte por haber adivinado algo, te regodeas con
ello.
Acerca de la
Segunda Guerra Mundial, he leído otros libros, como La llave de Sarah, El niño
del pijama de rayas… Pero éste no cuenta exactamente el destino del pueblo
judío o la opresión nazi, sino que se sirve de todo ello como marco para la
historia. Es como la película Titanic,
que no narra el hundimiento del barco, sino una historia de amor que se
desarrolla en él. Comparándolo con otra película, es un poco como aquella de
Melanie Griffith, Resplandor en la
oscuridad, donde ella buscaba a su amado infiltrándose entre los nazis.
Bueno, el libro no es así, pero me recordó la peli en el sentido que os digo:
el París ocupado es el marco para la aventura, no la aventura en sí. Así que es
una novela de la Segunda Guerra Mundial, pero diferente.
Otra cosa que
me ha gustado es que en los capítulos de la parte antigua, la de Sarah, se
emplea la tercera persona, mientras que en los actuales, los de Ana, se emplea
la primera: somos Ana y a su través vamos descubriendo todo. El efecto que
causa esta disensión me agrada bastante. Ayuda a separar ambas historias y
distanciarlas en el tiempo, a la vez que nos acerca a Ana y nos identifica con
ella como protagonista.
Los
personajes están bien construidos en general, con motivaciones y personalidades
definidas, lo que le da profundidad a la novela. Me gusta Teo, el vecino y
amigo gay de Ana, que sale poco, pero cuando sale siempre suelta alguna frase
graciosa. Me reí un montón cuando la visita en París y van en el dos caballos
del doctor Arnoux. Lo que me pude reír. Tiene salidas muy buenas. Un poco
estereotipado, pero le da tanta frescura a la novela, como contrapunto a la
intriga y misterio, que resulta adictivo.
Por lo demás,
me quedó una duda: no explica la historia por qué fue Sarah la que escapó
cuando los nazis acorralaron a su familia. Ella era la segunda de tres
hermanos. El pequeño era pequeño, valga la redundancia, así que era lógico que
no fuera él quien el padre eligió para escapar, pero la otra hermana era mayor,
y quizá este argumento basta para plantearnos el por qué no fue ella la
elegida, sino Sarah. Es una laguna que me llamó la atención, simplemente.
Y otra cosa
que quería estacar es que espero que hayan pagado a Carla Montero por tantas
referencias a marcas como hace: Blackberry, Angry Birds, iPod, iPad… Un no
parar.
Y hasta aquí
llega mi análisis de este libro. Me ha gustado. La dosis adecuada de romance,
con suspense y aventuras. Un toque de secretismo y sectas y muchos detalles
históricos curiosos (a menudo se introducen los capítulos con una breve
aclaración histórica de los hechos reales, y es interesante). Recomendable. Os doy
mi permiso para que lo leáis, hacedlo.
-Título:
La tabla esmeralda.
-Autor:
Carla Montero.
-Género:
Narrativa.
-Editorial:
Plaza&Janés.
-Precio:
21,90€.
-Isbn:
9788401353109
-Alma:
Dual, oculta y secreta. Con sabor a fondant de cacao de Java al setenta por
ciento y helado de cardamomo, junto con una tableta de Chocolat Menier.
Os dejo un
enlace para leer el primer capítulo, saltándonos el prólogo, ése tan malo que
os he contado.
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