Esta es una
novela en la que todo empieza mal. Josephine, una mujer francesa de mediana
edad, experta en el s. XII, que no le interesa a nadie (ni el siglo ni ella),
con un par de hijas, una de ellas en plena adolescencia, con una hermana
perfecta con la que siempre sale perdiendo al compararse, con una madre apodada
“la escoba” de lo tiesa que es la señora, y con una actitud resignada ante la
vida, descubre que su marido, que encima está en paro, la engaña. Con la
peluquera. Muy fuerte…
Pero por
primera vez en su vida toma las riendas y echa a su esposo de casa.
Inmediatamente se arrepiente, se sumerge en una vorágine de desorientación y
vacío, pero lo hecho, hecho está, y ya no le queda más remedio que tirar
p’alante.
Así comienza
esta novela de Katherine Pancol. No es el comienzo más alegre, pero lo bueno es
que las cosas ya solo podrán mejorar… ¿no?
La pobre
Josephine se encuentra al timón de un barco que se hunde:
-Su hija
pequeña, Zoe, es un encanto, pero tiene un amigo, Max, mayor que ella que no es
una buena influencia. Un momento muy gracioso de la novela es cuando Zoe se
disgusta porque Max no la incluye en una “lista de chicas vaginalmente
explotables” y a su hermana Hortense, sí.
-Su otra
hija, Hortense, es una adolescente superficial, inteligente pero manipuladora,
que se sirve de su encanto y atractivo para engatusar a todo el mundo,
especialmente a los chicos, y que cree saberlo todo y no soporta que su madre
no sea atractiva y resuelta. Las relaciones entre ambas no serán siempre
sencillas.
-Iris, su
hermana, es la perfecta, perfecta mujer. Casada con el perfecto marido y con la
perfecta familia. O quizá no, pero es lo que piensa todo el mundo, mientras que
Josephine es la poco agraciada, la que no triunfa, la casada con un marido de
menor categoría. La pobre siempre está a la sombra de su hermana, lo que
acentúa su complejo de inferioridad.
-Su marido,
que tras la ruptura no se le ocurre otra cosa que largarse a África a criar
cocodrilos…
-Y su madre,
una vieja arpía que no la quiere en absoluto y aprovecha cualquier oportunidad
para dejárselo bien claro.
Ante este
panorama Jo tendrá que sacar fuerzas de flaqueza para enfrentarse al reto de
vivir y sacar adelante a su familia, a pesar de las adversidades. Contará con
el apoyo de su mejor amiga, su vecina Shirley, una británica que contrapone su
forma pragmática de vivir y criar a su hijo a la de la mojigata de Jo, y
también con “el señor de la parka”, un hombre que le parece guapísimo y al que
encuentra a menudo en la biblioteca cuando va a preparar su tesis, y que en sus
sueños le da una segunda oportunidad de amar.
Malentendidos,
revelaciones inesperadas y traumas del pasado sazonan una historia ya
complicada de por sí, que se complementa con otros personajes, como el
padrastro de Jo, muy simpático él, su secretaria, los hijos de Shirley e Iris y
hasta Mick Jagger (bueno, va, este solo de refilón), que aportan su granito de
arena para enriquecer la trama.
Una historia
que no acabo de atreverme a calificar de “ligera”, por miedo a que me malinterpretéis:
es complicada e interesante, pero ligera en el sentido de que se lee con
facilidad, con calma, que no estresa, que no te hace sentir ansiedad por pasar
a la página siguiente pero sí se va quedando impresa en tu interior y calando
con la dulzura y avatares de sus personajes. Al principio temí que fuera como La casa de Riverton, porque
esencialmente es lo mismo: una historia donde realmente no pasa nada especial,
simplemente el devenir, el transcurrir cotidiano de la vida de sus personajes.
Pero mientras que en la novela de la Morton te aburres soberanamente, en esta
otra los personajes te provocan ternura, te enganchan, les coges cariño. Cuando
califico la historia de ligera lo hago aludiendo a que sus páginas se deslizan
como agua entre tus manos, sin darte cuenta apenas, sin sobresaltos, pero
manteniendo el interés, y cuando quieres reparar, ya la has terminado. Y te
deja con una sonrisa, mitad satisfecha, mitad pensativa.
Me gusta
mucho el personaje de Joséphine, y hasta me identifico con ella, pues también
soy un poco pazguato, y me gusta cómo nos enseña a luchar en la vida, como nos
habla de segundas oportunidades.
Y el resto
del elenco de personajes está a la altura, cada uno con su pizca de chispa
especial o de miseria, según el caso, cada uno puesto en su lugar por la vida.
Una novela
para leer tranquilamente tomando el fresco, ahora en veranito, y que seguro que
te va a gustar. Sí es cierto que por no tener acción puede resultarte lenta.
También que hay cosas de las que podríamos prescindir por rocambolescas (véase
la historia que cuenta Shirley), pero la evolución de los personajes, y la
conexión que crean con el lector, sobretodo Marcel, Phillipe y Joséphine, hace
que en general sea una gran novela. Si te cuesta leer igual se te hace pesada. Probablemente. Pero si no es así, seguro que la disfrutas.
Por cierto,
que es la primera parte de una trilogía, aunque no temas, puedes probar con
este primer volumen, cuyo final es suficientemente cerrado, para que no tengas
que continuar si no te gusta (yo esperaré a que salga el segundo en bolsillo,
que es más barato), aunque seguro que lo hará.
Un buen regalo
para una madre o una hermana (a no ser que esa madre o hermana haya escrito un libro sospechoso con peculiares errores informáticos; vamos, que no es para regalárselo a Ana Rosa...), y en general, como dice el eslogan de la portada
del libro, para enseñarnos que “siempre hay una luz al final del túnel”.
-Título:
Los ojos amarillos de los cocodrilos.
-Autor:
Katherine Pancol.
-Género:
Narrativa.
-Editorial:
La esfera de los libros bolsillo.
-Precio:
9.90€
-Isbn:
9788499707600.
-Alma:
tenaz y fuerte aunque no lo sepa, optimista y, por supuesto, de color amarillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario