Mostrando entradas con la etiqueta Agatha Christie. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Agatha Christie. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de mayo de 2013

La casa torcida


Un buen libro. Personalmente me gusta Agatha Christie, aunque tenga novelas mejores y peores. El género policíaco no es mi favorito, pero me atraen este tipo de historias, de corte más tradicional y en las que te pasas hoja tras hoja pensando en quién será el culpable y descartando cada poco al candidato de turno.  Mucho mejor que la literatura negra actual, influida por la nueva tendencia de explicarlo todo científicamente y resolver los casos en un laboratorio forense. Es increíble la de sitios en los que tenemos ADN, casi da apuro ir de visita a casa de nadie, porque hagas lo que hagas, parece inevitable dejárselo todo perdido de restos tuyos. Mi vida ya no es la misma cada vez que voy a un hotel después de ver C.S.I., que hay restos de guarradas hasta por las paredes, que uno se pregunta dos cosas: 1, que cómo se las arreglan para salpicar ahí; 2, que dónde venden las lamparitas esas de luz morada para poder ver las cosas y no tocar nada. Y encima te saturan con términos rarísimos (yo creo que la mitad se los inventan, con que terminen en -ogía, en -metría, en -opia o en -osis...). Imaginaos: "manometría esofágica", por ejemplo. A mí me lo sueltan y me pasmo. Ni idea de lo que es, pero me suena fatal (claro, que peor me suena la manometría anal, que también la hay). Prefiero el sistema de Christie: un protagonista que va haciendo preguntas, recopilando pistas y atando cabos.
La autora, en el prólogo, explica que La casa torcida es una de sus novelas favoritas. Nos cuenta que la gente piensa que todos los libros que escribe un escritor le suponen placer y le gustan por tal o cual motivo, pero lo cierto es que  a veces se escribe por compromiso editorial, o se esboza una novela con retazos de tramas que simplemente sobran de otras historias. En el caso de esta novela, Christie explica que para ella fue un verdadero placer escribirla, y eso explica, seguramente, que sea bastante buena.
La trama os la explicaré brevemente para no desvelaros nada:

sábado, 28 de julio de 2012

El asesinato de Roger Ackroyd



El asesinato de Roger Ackroyd es una de las más conocidas y aclamadas novelas de Agatha Christie. Publicada por vez primera en 1928, al leerla la he encontrado no obstante perfectamente contemporánea. Los sucesos que acaecen podrían ocurrir también en el presente, y la investigación para aclarar el misterio tampoco diferiría demasiado, cuanto más que los métodos no son agobiantemente científicos, sino deductivos.

La acción se sitúa en un pueblecito, King’s Abbot, donde todo el mundo se conoce y donde habitan dos familias principales en sendas mansiones, Mrs. Ferrars y los Ackroyd. Precisamente la novela comienza cuando el médico del pueblo, el doctor Shepard, que es el narrador que nos conduce por este relato, nos cuenta que Mrs. Ferrars ha fallecido víctima de una dosis excesiva de somníferos. No es un crimen, sin embargo, pues o bien la dama se confundió en la dosis o bien, probablemente, se quitó la vida. Andaba en los últimos tiempos alicaída y nerviosa, desde la muerte de su esposo un año atrás. Comentan en el pueblo que ella misma le envenenó, pues era un mal hombre, y que desde entonces vive atormentada por la culpa.

Y la abanderada de los chismorreos, la primera entre las que todo lo saben en el pueblo es, precisamente, Caroline, la hermana del doctor. Es mi personaje favorito, sin duda. El médico define su carácter en breves frases, explicando que cuando conoce a alguien “quiere saber de dónde viene, qué hace, si está casado, lo que su mujer era o todavía es, si tiene hijos, cuál era el nombre de soltera de su madre. Nunca puedo dejar de pensar que alguien como Caroline debió de inventar los formularios de los pasaportes”.

Y es que cada vez que hace presencia en la novela puedes apostar que habrá algún comentario que te haga sonreír. Es esta precisamente una de las novelas de Christie con más ironía y sarcasmo. Precisamente, una frase que me hizo gracia fue cuando el doctor charla con su nuevo vecino, alguien muy misterioso, del que ni siquiera Caroline ha logrado averiguar nada. El vecino es, naturalmente, Hércules Poirot, conocido detective, que se ha retirado a descansar al pequeño pueblecito. Aunque él procura mantener el anonimato, y así, cuando el doctor le pregunta por su oficio, le responde que tenía el trabajo más interesante del mundo:



“-¡El estudio del alma humana, Monsieur!

-¡Ah, ah! –contesté amablemente. No me cabía duda de que era peluquero. ¿Quién conoce mejor que un peluquero los secretos de la naturaleza humana?”