Este libro me
lo prestó mi amiga R. Yo estoy totalmente en contra del préstamo de libros.
Cuando lees un libro estableces una especie de comunión con él: lo vives y le
das vida a través de su lectura, encarnando los personajes en tu imaginación,
prolongando sus vidas más allá del fin de las páginas de la novela y dotándoles
de carne y sangre, convirtiendo los personajes en personas. Por eso me siento
muy celoso si tengo que prestar un libro (nunca lo hago), y me apena mucho
separarme de él cuando lo devuelvo (nunca los pido prestados). Al leer un libro
estableces un vínculo. Ya sea positivo si el libro te gusta, negativo si no es
así, o incluso indiferente si no te da ni frío ni calor, aunque todos los
libros tienen por lo menos un párrafo, una frase al menos, que se te queda
grabada y pasa a formar parte de ti. Por eso no me gusta prestar libros, porque
es prestar algo muy íntimo de mí.
Pero el caso
es que R me prestó éste. Y me alegro, porque me gustó mucho. Yo iba con recelo,
porque ella a veces dice que está bien y otras que no está mal, lo cual es muy
distinto. Pero lo cierto es que está bastante bien.
La sinopsis
es simple: Vida Winter es una conocidísima escritora, cuyos libros se venden
como churros, pero que vive retirada en una mansión campestre y de la que no se
conoce nada antes de que empezara a escribir. Una señora misteriosa que, por si
fuera poco, cuando la prensa la entrevista con motivo de alguna publicación,
siempre les cuenta alguna historia. Los periodistas le piden que cuente algo de
su vida, y ella les cuenta historias. Tramas que no fructificaron y no aparecen
en sus libros, personajes demasiado mediocres para una novela, situaciones que
adornan una vida que de otro modo languidecería envuelta en su prosaica
realidad. Porque para Vida Winter improvisar una historia llena de talento es
algo natural. Ella reconoce que muchas de esas historias, nada para ella,
supondrían el mayor hito de muchos otros escritores.
Pero algo pasa,
algo cambia. Se hace mayor, está enferma y, como a todos cuando apenas nos
separa un paso del umbral de la muerte, se detiene a mirar atrás, y los fantasmas
que ven le urgen a contar, por fin, la verdad. No una historia, sino la simple
y sencilla verdad. Su historia.
Margaret Lea,
una tranquila librera, recibe una carta que la llena de pasmo: Vida Winter
desea que sea su biógrafa. No es que sea una experta, ella conoce el mundo del
libro, al regentar con su padre un negocio de libros antiguos. Le encantan las
novelas del siglo XIX y tiene como afición escribir biografías de personas ya
fallecidas, de las que nadie se acuerda. Por eso le sorprende que la srta.
Winter la elija a ella, quien no ha leído una novela de la famosa escritora en
su vida.
Éste es el
comienzo, el planteamiento sobre el que surge la trama de la novela. Y precisamente
las primeras páginas son las mejores. El estilo con que están escritas te dejan
fuera de toda duda que estás ante una gran novela. En esas primeras páginas hay
frases y párrafos enteros que son obras de arte. Luego el estilo decae un poco,
para centrarse más en la historia, pero esas primeras páginas ya te han
subyugado. He buscado el primer capítulo, para poneros un enlace, como hago
otras veces, pero Random House no lo tiene en la web. Una pena.
La historia
prosigue cuando Margaret decide aceptar el encargo y se traslada a vivir a la
mansión de la anciana. A partir de ahí se desarrolla ante nuestros ojos una
historia de misterio, secretos familiares y fantasmas del pasado.
Los personajes
son fascinantes. Vida Winter es la típica anciana exigente, acostumbrada a
hacer lo que quiere y que todo el mundo le baile el agua. Los personajes
secundarios están perfectamente desarrollados, tanto los del pasado como los
del presente, todos con sus propias historias que contar: el médico, simpre con una opinión; la
institutriz, tan eficiente; las niñas; su madre y su tío tan apartados de lo
real; el servicio, alma de la casa; el doctor de Vida, con sus peculiares recetas
de Arthur Conan Doyle; el padre de Margaret, y hasta su madre, que sin aparecer
una sola vez parece que la conocemos de tanto como se hace presente en el
pensamiento de Margaret. Personaje éste, el de Margaret, lleno de vida, de
sentimientos, de pensamientos, de miedos, de angustias, de sombras y fantasmas,
de pérdida y de anhelos. Se siente a medias, gemela sin hermana en una historia
de gemelas. Y toda la trama, presente y pasada, confluye en sus manos, según va
atando cabos, según todos los personajes van ocupando su posición en este puzle
perfecto.
Una historia
intensa, cierto que a veces es algo excéntrica, pues el estado de dejadez en
que viven los personajes del pasado se hace algo exagerada. El mundo interior
de las gemelas, con su lenguaje, tan apartadas, a veces es algo hiperbólico. Pero
aún así es una historia magnífica, que descubre en el personaje de Margaret uno
de los más profundos y desarrollados, uno de los personajes con mayor vida
interior que he leído. Y que, con su amor por la lectura y los libros (estos
libros que hablan de otros son una lata, ahora estoy deseando leer Jane Eyre y La dama de blanco…) no puede dejar de resultar atractivo a los que,
como yo, nos apasiona asimismo leer.
Un libro
perfecto, por ejemplo, si, aunque aún falta un mes, estás ya pensando en qué
regalarle a tu madre por su día. Que lo disfrutes.
-Título:
El cuento número trece.
-Autor:
Diane Setterfield.
-Género:
Narrativa.
-Editorial:
Lumen o Debolsillo.
-Precio:
21,90€ en cartoné; 9,95€ en bolsillo.
-Isbn:
9788426416049 en Lumen. 9788499088068 en Debolsillo.
-Alma:
de secretos y sombras, de dobles y mitades, de chocolate caliente.
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